
El presidente Felipe Calderón está jugando con habilidad sus cartas postelectorales. Es su última jugada, la definitiva, la que le da el pase limpio a su sucesor o lo instala cuestionado.
Y en una declaración poco usual, porque se inscribe en el epicentro del debate de la legitimidad, el mandatario abrió su juego para fustigar la presunta compra de votos que se dio en la reciente elección presidencial.
Calderón sacó su rey de espadas al urgir a la autoridad electoral a que rectifique de inmediato, y si procede se castigue a quien se deba castigar.
Su carta la había mostrado unos días atrás en una entrevista para el periódico Excélsior en la que censuró la inequidad y los gastos excesivos de campaña.
Pero ahora la exhibió con más contundencia en el noticiero Enfoque del periodista Leonardo Curzio, en donde amplió conceptos y fijó posiciones.
Calderón se desdobló cuando dijo que ante las evidencias “que van saliendo cada día más, sí me preocupa porque es un tema muy serio”. Y sentenció que la transición dependerá de cómo se resuelva ese tema.
En su entrevista radiofónica el presidente dijo que el asunto de la compra de votos es un tema de importancia medular y piensa que no es un tema de magnitudes.
Calderón recordó que hace días veía una discusión de académicos. Dijo que entre ellos se decían: ‘bueno, eso es evidente, puede haber compra de votos, todo mundo compra, seguramente el PRI compró y aquí en el DF seguramente el PRD compró, etcétera, etcétera’, pero qué tanto afecta el proceso”.
El presidente fue claro al apuntar: “Yo creo que este no es asunto de tamaños. Me parece que es un vicio de nuestra calidad democrática, que tiene que corregirse de inmediato”.
Calderón dijo que la esencia de la democracia no es solo contar los votos, sino que las campañas se desarrollen en condiciones iguales.
“Y no solo es un asunto de equidad, pero esta compraventa de voluntades políticas, siendo 10 o siendo mil, es simplemente inaceptable, hombre, simplemente inaceptable”, le dijo al periodista Leonardo Curzio.
El presidente abordó el tema de Monex y Soriana. “El tema de las tarjetas y las cuentas y todo es un tema que no digo que vaya a ser suficiente, no lo sé, para descalificar una elección con esas diferencias.
“Pero sí que debe ser resuelto. Oye, no podemos quedarnos así nada más de qué tanto es tantito en eso, ¿no?, entonces hay una diferencia medular de ciertos votos ¿no?”.
Calderón condicionó a la solución adecuada del tema de las tarjetas el que la transición sea tersa o no.
“Dependerá de cómo este factor sea resuelto”.
Sus declaraciones a Enfoque obligaron a los analistas a cuestionar ¿cuál es el juego de Felipe Calderón en esta etapa postelectoral?
La pregunta del posicionamiento presidencial es de fondo, porque se da en momentos en que el resultado electoral está siendo muy cuestionado por dos de los cuatro candidatos, Andrés Manuel López Obrador y Josefina Vázquez Mota.
El candidato de las izquierdas y su Movimiento Progresista ya fijaron su postura. No reconocen el resultado del primero de julio hasta en tanto no se agoten las investigaciones sobre lo que consideran la compra de unos 5 millones de votos. Van al Tribunal Federal Electoral (Trife).
La candidata de la derecha y el Partido Acción Nacional también denunciaron la inequidad y cuestionaron los casos de Monex y Soriana.
Pero oficialmente el partido espera fijar posición definitiva. Temen que su denuncia termine beneficiando a López Obrador.
De hecho se hizo evidente un cisma silencioso hacia el interior del PAN cuando Roberto Gil Zuarth declaró que ya no tenía caso impugnar.
Y en entrevista con Reporte Indigo, el coordinador de la campaña de Josefina Vázquez Mota puso en duda la efectividad de protestar ante los tribunales la compra y la coerción del voto por parte del PRI en la reciente elección presidencial.
“Hoy no es posible probar la compra y la coacción del voto, porque para que la autoridad determine una sanción, los actores políticos tienen que demostrar no solo que hubo dinero circulante en el contexto electoral, sino que ese dinero fue la causa eficiente de un voto”, explicó el senador electo por el PAN.
Bajo esta óptica de condicionamiento de algunos sectores del PAN, que aunque reconocen la inequidad y la compra de votos prefieren renunciar a sus principios y no impugnarla, la jugada presidencial cobra otra dimensión.
Calderón se inserta abiertamente en el juego postelectoral, con los riesgos que ello implica en medio de un arbitraje, para terminar jugando una de cinco cartas posibles. Es un intento por subir las apuestas a su favor en la antesala de su salida. Analicemos.
La carta del demócrata
Felipe Calderón está auténticamente indignado con la presumible compra de votos y la consecuente inequidad de la elección presidencial.
Su esencia demócrata le impide callar y ser cómplice de la comparsa. Decide usar sus privilegios presidenciales para fijar postura y someter a presión a los que tienen en sus manos decidir si se dio o no la compra de votos, se puede fincar la inequidad.
Incluso pinta su raya ante el PAN que le pide que no ayude a la causa de Andrés Manuel López Obrador.
La carta del blindaje
Con sus declaraciones, el presidente está elevando el costo de la legitimación a Enrique Peña Nieto.
El aval de Calderón, Vázquez Mota y en consecuencia del PAN frente a los embates de López Obrador tienen un precio. Y ese pasaría por un acuerdo de “blindaje”.
Hay entrada tersa del nuevo presidente si hay salida tersa del que se va. Yo, Felipe Calderón, te respeto a ti, Enrique Peña Nieto, si tú, como mi sucesor, prometes respetarme a mí y a los que se van conmigo.
La carta de la historia
Para cualquier presidente, el año más importante de su sexenio es el séptimo. Es el de la cita con la historia.
Calderón siente que con razón o sin ella, la historia no lo tratará bien. La guerra contra el narco, los 71 mil asesinatos y ahora devolverle las llaves de Los Pinos al PRI. Por eso asume la última defensa del voto ciudadano.
Sabe que aunque los tribunales desechen las impugnaciones, él pasará a la historia como alguien que se resistió a ser comparsa del PRI compra votos y de los gastos de campaña de Peña Nieto. Al final del día no cayó en la tentación de darle la espalda a López Obrador para luchar por una verdadera democracia.
La carta del 2006
La llegada de Felipe Calderón en el 2006 fue de la mano del PRI. Para ganar la elección y para que le colocaran la banda presidencial.
Las sospechas de un pacto consumado hace seis años para devolverle al PRI las llaves de Los Pinos en el 2012 crecen. Sobre todo porque los dos protagonistas centrales, Vicente Fox y Manuel Espino, operaron sin pudor para el PRI y para Peña Nieto.
Calderón buscaría que su demanda de investigar la compra de votos lo legitime para reconocer como presidente a uno de los gobernadores del Tucom. Como lo hicieron con él en el 2006. Pero quiere que los ganadores lo necesiten, que no la tengan fácil.
La carta del jefe azul
En el PAN el juego está dividido. Unos dicen que por principio hay que ir contra las irregularidades electorales. Esta es la corriente encabezada por Josefina Vázquez Mota y Gustavo Madero.
En otra mano están los panistas que ya tienen curul. Los nuevos Manlios y los Gamboas azules. Sienten que la protesta será un desgaste inútil y que daría mejores dividendos algunos acuerdos con quienes –les guste o no- van a cogobernar los próximos seis años y a lo mejor más. Bajo esta partida, Felipe Calderón pretende instalarse como el fiel de una balanza y dejar en claro quién es el jefe azul.





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