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Por fin, México tiene lo que necesitaba: un Consejo Consultivo Nacional de Morena para decirnos, con solemnidad de púlpito y verbo de mitin, que todo va de maravilla. Que el país es un jardín de paz, que la democracia florece y que la pobreza se esfumó como por arte de decreto presidencial.
Los firmantes —una fina mezcla de exfuncionarios reciclados, intelectuales jubilados del pensamiento crítico, artistas con hambre de reflectores y políticos que juran ser humanistas mientras cobran su nómina— lanzaron un manifiesto tan cargado de moral que da diabetes leerlo.
Según ellos, vivimos una “circunstancia esplendorosa”. Claro, esplendorosa para quienes viven del presupuesto, del micrófono oficial o del contrato público. Porque para el resto del país, esa esplendidez se parece bastante a una fila del IMSS, a una carretera sin pavimento o a una oficina de gobierno donde la “transformación” huele igual que antes, pero con más abrazos.
El texto, titulado en espíritu “Por la paz, la seguridad, la soberanía, la democracia y la justicia” (faltó ponerle “y por los puestos”), es un verdadero poema al autoengaño. Según sus autores, las derechas son la raíz de todo mal, los neoliberales siguen conspirando desde las sombras y el país solo necesita tener fe en Claudia Sheinbaum, que por supuesto “ha reducido los homicidios” (¿en qué universo paralelo, no lo dicen).
Y ahí están los santos de la 4T: Epigmenio Ibarra, patrono de las series donde la verdad siempre es opcional; Patricia Armendáriz, la millonaria que descubrió el socialismo cuando le dieron una curul; Jesusa Rodríguez, que ve neoliberales hasta en los semáforos; y Paco Ignacio Taibo II, experto en insultar a cualquiera que no compre su libro… o su discurso.
Todo un aquelarre de moralistas profesionales, predicando contra la “desinformación” mientras repiten, sin sonrojarse, el libreto del poder.
Dicen que “ya no hay represión”, aunque la Guardia Nacional siga haciendo turismo en las calles.
Dicen que “la pobreza disminuyó”, aunque el mercado esté vacío y el bolsillo, también.
Dicen que “la democracia se ha fortalecido”, aunque cualquier crítica sea etiquetada de traición o clasismo.
El Consejo Consultivo parece más bien un sindicato de justificadores: una congregación de iluminados que vive de traducir cada metida de pata del gobierno en una “estrategia humanista”.
¿Hubo violencia? “Son los rezagos del neoliberalismo.”
¿No hay medicinas? “Es culpa de las farmacéuticas neoliberales.”
¿Hay apagones? “La luz de la transformación brilla tanto que ciega.”
Y mientras tanto, ahí siguen los mismos apellidos de siempre: Concheiro, Luján, Gómez, Buen Abad, Barajas “El Fisgón”, y toda una corte de intelectuales con vocación de coro celestial, dispuestos a canonizar cada discurso presidencial.
Morena ha logrado algo admirable: convertir la doble moral en ideología de Estado.
Porque mientras se llenan la boca hablando de ética, justicia y paz, mantienen el viejo deporte nacional de encubrir, justificar y aplaudir lo injustificable.
En nombre del pueblo, claro.
Así que sí, celebremos al Consejo Consultivo:
Los nuevos santos de la Cuarta Transformación.
San Epigmenio de las Cámaras,
Santa Patricia de los Contratos,
San Paco Ignacio de los Exabruptos,
y San Pedro Miguel, apóstol del boletín.
Ellos velarán por nosotros…
Desde la comodidad de sus cargos, sus becas, y sus desayunos en Palacio.






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